La primera norma de conducta: Hay que vivir para algo más que para sí mismo. Todo ser que vive para los demás [...] olvida maravillosamente sus angustias y sus pequeños intereses.
La norma segunda es: Hay que actuar en lugar de lamentarnos de lo absurdo del mundo. Intentar transformar este pequeño recinto en el que fuimos arrojados, cada uno en su esfera de acción.
Regla tercera: Hay que creer en el poder la voluntad; la libertad vive en la frontera entre lo posible y la voluntad.
Cuarta regla: Ser fiel a las promesas, a los contratos, a sí mismo, porque la fidelidad termina por crear aquello que lo justifica. Hay que pertenecer a esa clase de hombres que nunca decepcionan.
André Maurois
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