En el tiempo que se te ha dado para vivir, vive -y durante este tiempo, que no haya ni fealdad ni muerte para ti o para toda vida a la que tu vida se aproxime. Busca en todos los lugares la bondad, y cuando la hayas encontrado, sácala de su escondite, que vaya libre y sin vergüenza. Dale el menor de los valores a la materia y a la carne, porque contienen la muerte y deben perecer. Descubre en todas las cosas lo que refulge y que se encuentra más allá de toda corrupción. Anima la virtud en todos los corazones en donde haya sido mantenida en secreto y aflicción por la turbación y el terror del mundo. Ignora lo evidente porque es indigno del ojo puro y del buen corazón. No seas el inferior de ningún hombre, ni el superior de ninguno. Recuerda que cada hombre es una variación de ti mismo. Ninguna culpabilidad humana te es ajena, ninguna inocencia humana te es lejana. Desprecia el mal y la impiedad, pero no a los hombres impíos y malos. A esos, compréndelos. No tengas ninguna pena en ser bueno y dulce, pero si el momento te llega de matar, mata sin ningún arrepentimiento. En el tiempo que se te ha dado para vivir, vive -y durante este tiempo maravilloso, no agraves ni la miseria ni la pena de este mundo, sino celebra su gozo infinito y su misterio.
William Saroyan, The time of your life
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